COMO EVITAR TRANSMITIR EL RESFRIADO COMÚN ENTRE NUESTROS MAYORES Y EVITAR LOS RIESGOS QUE ELLO CONLLEVA

Con la bajada de las temperaturas, la humedad presente en el ambiente y el resto de condiciones meteorológicas que se juntan en invierno, se aumenta la circulación del virus del resfriado común.

Se trata de una de las enfermedades más comunes y que está a la orden del día en la población y de manera más directa con nuestros mayores.

En primer lugar tenemos que saber diferenciar un resfriado de la gripe:

Nuestros mayores son más propensos a resfriarse en invierno o primavera, donde los cambios de temperatura son más bruscos, aunque es posible contraerlo durante cualquier época del año. Los síntomas generales son los siguientes:

  • Dolor de garganta.
  • Rinorrea
  • Tos
  • Estornudos
  • Dolor de cabeza.
  • Dolores corporales.

Suele durar entre unos 7 o 10 días, aunque si las personas que lo padecen tienen antecedentes de asma o afecciones de las vías respiratorias, pueden presentar enfermedades graves; tales como bronquitis o neumonía.

Decálogo para prevenir y aliviar los síntomas del resfriado:

  1. Descansar lo máximo posible, reposo en cama. De tal manera que las fuerzas se recuperen, y de manera rigurosa si existe fiebre.
  2. Se evitará en la medida de lo posible la exposición al frío y a la humedad. Se evitarán los cambios bruscos de temperatura y las bebidas frías.
  3. Lavarse las manos con frecuencia, según protocolo de lavado de manos habitual.
  4. Dieta rica en vitaminas y minerales, frutas y verduras.
  5. Ingesta de líquidos adecuada. Ayudan a eliminar la mucosidad, alivian el dolor de garganta y previenen la deshidratación.
  6. Dejar de fumar y evitar los espacios con humo.
  7. Gárgaras con agua caliente con limón y miel, acción emulgente.
  8. Uso de soluciones salinas para aliviar la congestión, lavado nasal con suero fisiológico.
  9. Consultar al profesional sanitario y evitar la automedicación.
  10. Ser responsable y cumplir con todas las tomas del tratamiento antibiótico.

Ekiñe Sánchez Ruzo

Coordinadora Asistencial TXURDINAGA GURENA

IKIGAI: EL SECRETO JAPONÉS PARA VIVIR MÁS Y MEJOR

Si ya sabes cuál es tu pasión, lo que se te da bien, lo que hace que te levantes todas las mañanas, solo tienes que ponerlo en el centro de tu vida y disfrutarlo. Y si no lo sabes, corre a buscar tu ikigai.

Los japoneses disponen de una palabra llamada ikigai, que traducido literalmente sería “aquello por lo que merece la pena vivir”. En la práctica, el ikigai puede ser cualquier cosa: ver crecer a los hijos, ayudar a otras personas, amar a los animales…

Una de las cosas sorprendentes de los japonenes es ver lo activa que sigue la gente incluso después de jubilarse. De hecho, un gran número de japoneses nunca se «retiran», siguen trabajando en lo que les gusta, siempre y cuando su salud se lo permita.

Al norte de la isla de Okinawa, hay una población conocida como «la aldea de los centenarios». Ogimi ostenta el honor de ser la localidad con el mayor índice de longevidad del mundo, y algunas observaciones sobre su estilo de vida son:

  • El 100% de los habitantes tiene un huerto.
  • Todos pertenecen a alguna asociación de vecinos en la que se sienten queridos como si pertenecieran a una familia.
  • Celebran mucho, incluso las pequeñas cosas. La música, cantar y bailar es parte esencial de su día a día.
  • Tienen una misión importante en la vida, o incluso varias. Poseen un ikigai, pero tampoco se lo toman muy en serio. Hay relajación y disfrute en lo que hacen.
  • Están muy orgullosos de sus tradiciones y de la cultura local.
  • Muestran pasión por todo lo que hacen por poco importante que parezca.
  • El yui-maru, que se podría traducir como «espíritu de cooperación mutua» está firmemente asentado dentro de su corazón. No solo se ayudan en labores agrícolas, sino también a la hora de construir una casa o de prestarse voluntarios en obras públicas.
  • Están siempre ocupados pero con tareas diversas que les permite relajarse. No vimos a ningún abuelo sentado en un banco sin hacer nada nada. Siempre estaban moviéndose de aquí a allá, yendo al karaoke, a la siguiente partida de getball o a la reunión de vecinos.

El hecho de tener una razón de ser ayuda a que la existencia merezca la pena de ser vivida.

Para vivir más, seguramente es necesario vivir mejor, ser más felices. Estas son las pautas, pasos, consejos inspirados en los centenarios japoneses:

  1. Mantente siempre activo, nunca te retires.
  2. Tómatelo con calma.
  3. No comas hasta llenarte.
  4. Rodéate de buenos amigos.
  5. Ponte en forma para tu cumpleaños.
  6. Sonríe.
  7. Reconecta con la naturaleza.
  8. Da las gracias
  9. Sigue tu ikigai.
  10. Vive el momento.

Cada día en la residencia observo como personas muy mayores con deterioro fisico y/o cognitivo tienen pasión por la vida y derrochan entusiasmo por ciertos aspectos ( música, cine, crucigramas, bingo, un café…) me resulta más que admirable tener esa actitud. ¿ Por qué los mayores son más felices? . Algunos científicos creen que es porque esperan que la vida sea más dura y aprendren a sobrellevarla, o porque son más realistas y sólo se trazan metas que estan a su alcance. Pero simplemente quizás sea porque conforme se va agotando el tiempo, la gente mayor aprende a concentrarse en lo que la hace feliz y a soslayar lo que no. El secreto para una vida larga es no preocuparse. Y tener el corazón fresco, no dejar que envejezca.

Una parte de mi ikigai es el contacto diario con los mayores, y como decía Confucio:

«Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida».

 

Melania Serna, TASOC Loiu Gurena.

 

 

ÚLTIMAS HORAS O DÍAS DE VIDA

Los familiares y cuidadores con frecuencia desconocen los síntomas y signos que preceden en las horas previas y al momento de la muerte. Es fundamental que los profesionales expliquen los cambios y signos esperables físicos y a nivel cognitivo antes de que ocurran para poder aliviar el estrés que pueden provocar en la familia y evitar la angustia ante una interpretación como posible sufrimiento.

Dentro de las mayores preocupaciones e interpretaciones erróneas de las familias y cuidadores en una situación de muerte inminente se encuentran los siguientes:

  • La interpretación de movimientos reflejos, expresiones faciales u otros movimientos del cuerpo momentáneos como expresiones de disconfort físico o sufrimiento.
  • La creencia de que el sonido del paso del aire entre secreciones orofaringeas acumuladas y conocido como “estertores” son signos de dificultad respiratoria.
  • La creencia de la “mejoría antes de la muerte” (en el que el paciente será capaz de comunicarse justo antes de fallecer). Esto puede generar sentimiento de culpa en aquellos familiares que no están presentes al pie de la cama en el momento del fallecimiento.

Se deben explicar previamente también los signos frecuentes de los últimos días/horas, como son el bajo nivel de conciencia, la presencia de livideces por disminución del riego sanguíneo, el menor número de respiraciones progresivo, la disminución de la diuresis, explicar el significado de los mismos como signos normales en el proceso de la muerte e insistir en el confort del paciente a pesar de los mismos.

Incluso en estas horas es fundamental recordar que la familia puede seguir ejerciendo cuidados y aportando confort, con su sola presencia, manteniendo un ambiente tranquilo, hablando al enfermo con voz de cariño y el tacto, los cuidados de la piel, mojándole la boca con pequeñas gasas humedecidas… Son cuidados que hacen sentir participe de dicho proceso igual que previamente han colaborado en otros cuidados.

Iñaki Iribar Unibaso

PUEDO SENTIRME MAL

Hay momentos en los que nos sentimos mal. Sentimos tristeza, melancolía, malestar, angustia. Sentimos un nudo en la garganta, en el estómago.

Esto forma parte de nuestra vida diaria, pero por herencia cultural, por el “Todo va bien”, por la falta de sabiduría emocional, reprimimos y evitamos sentirnos y expresar que nos sucede. Incluso nos sentimos culpables de experimentar estas emociones

Hace poco, en una sesión de musicoterapia con los residentes, una señora del centro me dijo:

  • “Desde que murió mi marido, no puedo cantar…”
  • Y le pregunte: ¿por qué?
  • Porque me pongo triste y entonces lloro
  • A lo que la contesté: ¿Y qué pasa si estas triste? ¿Y si lloras?.
  • “Pues que me ve todo el mundo y no quiero estar triste”
  • Estar triste es natural, la emoción de la tristeza es tan necesaria como la de la alegría. Nos ayuda a valorar la alegría. Además todo lo que se reprime, en algún momento sale por otro sitio. Es normal que cuando cantes, te vengan recuerdos, pero es mejor llorarlos que reprimirlos.

Y entonces, cantó y lloró…

Sentirse mal es muy común. No todo en la vida es perfecto. (Aunque ahora las redes sociales se encarguen de hacérnoslo creer). Tenemos pérdidas importantes, desencuentros, malentendidos, discusiones, etc. Pero la sociedad (Y nosotros mismo) hacemos que no se permita exteriorizar ese malestar. De hecho, y como le pasaba a esa residente, si expresaba su dolor, se sentía culpable por el posible juicio de los demás.

A veces no nos gusta que los demás exterioricen sus debilidades, porque nos recuerdan las nuestras. Y ponernos ante el espejo es muchas veces enfrentarnos a nosotros mismos.

Los momentos malos existen, y no pasa nada. Validemos las emociones, que al fin y al cabo, no son buenas o malas, sino emociones. TODAS VÁLIDAS Y NECESARIAS.

Y no siempre es necesario que empujemos a esa persona a salir de esa emoción, que la ayudemos, a veces sólo con estar es suficiente.

MARÍA BURON, (PSICÓLOGA INDAUTXU GURENA)